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28 de septiembre de 2025

GRANDE, PERO NO TAN GRANDE

ESCRITURA: SALMO 113

Hanz Ramírez

Grande, pero no tan grande.


Introducción y marco bíblico

El mensaje titulado “grande, pero no tan grande” se centra en una aparente paradoja que resume una profunda verdad espiritual: nuestro mundo es ciertamente grande en su dimensión física, pero no tan grande cuando se contempla desde la perspectiva de la soberanía divina. Esta enseñanza toma como base fundamental el Salmo 113, un texto poético que exalta la grandeza de Dios y relativiza la aparente inmensidad de la creación.

El título mismo de la meditación, "Grande, pero no tan grande", invita a una reconsideración de nuestras perspectivas, a un reajuste de nuestra visión del mundo y de la posición que ocupamos en él. La enseñanza nos invita a contemplar la creación con asombro, pero sin perder de vista quién es verdaderamente grande: el Creador mismo.


La estructura del Salmo 113: Un marco para la adoración

La predicación estructura el análisis del Salmo 113 en tres secciones fundamentales que sirven como pilares para comprender nuestra relación con Dios:


La voluntad de Dios (versículos 1-4): Centrada en el llamado a la alabanza universal.

La majestad de Dios (versículos 5-6): Enfocada en la trascendencia divina.

La generosidad de Dios (versículos 7-9): Manifestada en su cuidado por los necesitados.


Esta división natural del texto bíblico proporciona un esquema para entender las dimensiones de nuestra adoración: por qué debemos adorar, a quién adoramos, y cómo esta adoración se relaciona con la acción divina en el mundo. Esta estructura tripartita no solo facilita la comprensión del salmo, sino que también ofrece un patrón para nuestra propia vida espiritual.


El llamado universal a la alabanza

La primera sección del mensaje profundiza en la voluntad explícita de Dios: ser alabado. El salmo comienza con un imperativo claro: "Alabad, siervos de Jehová, alabad el nombre de Jehová". Esta repetición no es casual; enfatiza la centralidad de la alabanza en la relación del ser humano con su Creador. La enseñanza destaca que este no es un concepto oscuro o una inferencia indirecta de las Escrituras, sino una de las verdades más explícitas de la revelación bíblica: Dios ha de ser alabado.

Es particularmente significativa la conexión que establece el mensaje entre servicio y alabanza. El salmo no llama a alabar a Dios a cualquiera, sino específicamente a los "siervos de Jehová". Esta asociación revela que la verdadera alabanza no es un mero ejercicio emocional o estético, sino que emerge de una vida rendida al servicio divino. La predicación advierte contra una aproximación superficial a la alabanza, donde esta se reduce a una preferencia musical o a un momento emocionalmente satisfactorio. Por el contrario, la auténtica alabanza brota naturalmente de un corazón que se ha rendido en servicio al Señor.

El mensaje conecta esta idea con Hebreos 3:15, donde se describe la alabanza como un "sacrificio", específicamente "fruto de labios que confiesan su nombre". Esta metáfora sacrificial vincula el sistema ritual del Antiguo Testamento con la espiritualidad del Nuevo Testamento: ya no ofrecemos sacrificios de sangre, sino sacrificios vivos de alabanza. Y este sacrificio es posible únicamente por medio de Cristo, quien ha abierto el camino para nuestra comunión con el Padre.


La trascendencia temporal y espacial de la alabanza

La predicación continúa explorando el alcance de la alabanza que Dios demanda: "Sea el nombre de Jehová bendito desde ahora y para siempre. Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre de Jehová". Este lenguaje poético comunica la voluntad divina de ser alabado en toda dimensión temporal y espacial.

El mensaje aborda dos aspectos fundamentales:


Trascendencia temporal: La alabanza debe ser "desde ahora y para siempre". No hay momento en que Dios no      merezca ser alabado, lo que implica una continuidad ininterrumpida en nuestra adoración. Esto se conecta con el Salmo 34:1 que nos invita a bendecir a Jehová "en todo tiempo".

Trascendencia espacial: "Desde donde nace el sol hasta donde se pone" indica una cobertura geográfica total. No hay lugar en la tierra donde Dios no deba ser glorificado. La enseñanza conecta esta idea con Malaquías 1:11, donde Dios declara que su nombre es grande entre las naciones y en todo lugar se le ofrece incienso.


Esta perspectiva global evoca inmediatamente la comisión de Jesús en Hechos 1:8, donde los discípulos son llamados a ser testigos "en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra".


La alabanza como disciplina en todas las circunstancias

La enseñanza trasciende lo teórico para abordar la aplicación práctica de este llamado universal a la alabanza. El mensaje explica que el creyente experimenta diversos estados de ánimo y circunstancias a lo largo de su caminar con el Señor, pero estas variaciones no alteran su deber de alabar a Dios.

Con particular énfasis, la predicación advierte contra un cristianismo "sensual" que depende de los sentimientos momentáneos. No estamos llamados a alabar a Dios solo cuando nos sentimos bien, felices o cuando percibimos bendiciones tangibles. La alabanza no debe fluctuar con nuestras emociones; es un deber permanente que trasciende las circunstancias.

Este punto se desarrolla como una exhortación práctica: "A tiempo y fuera de tiempo, en alegría o en tristeza, en gozo o en tribulación", el cristiano mantiene su compromiso de alabar al Señor. Esta constancia en la alabanza no nace de una obligación legalista, sino de un reconocimiento profundo de quién es Dios independientemente de nuestras circunstancias cambiantes.


La consistencia espiritual ante las fluctuaciones emocionales

El mensaje claramente apunta hacia una profunda reflexión sobre la importancia de mantener una vida espiritual consistente independientemente de las circunstancias emotivas. La enseñanza advierte específicamente contra permitir que nuestros estados de ánimo fluctuantes determinen nuestra fidelidad en la alabanza y el servicio a Dios.

Esta parte del mensaje representa una aplicación práctica directa: el mundo puede parecer abrumadoramente grande cuando estamos sumidos en emociones negativas como la tristeza o la depresión. Sin embargo, la predicación recuerda que estas percepciones subjetivas no alteran la realidad objetiva de quién es Dios ni disminuyen nuestro deber de alabarlo continuamente.

El contraste entre la grandeza aparente de nuestras circunstancias y la verdadera grandeza de Dios forma parte del núcleo espiritual de esta enseñanza, invitándonos a mantener una perspectiva eterna incluso en medio de las fluctuaciones temporales de nuestra experiencia humana.


Conclusión: La perspectiva correcta

El mensaje ya ha establecido una clara dirección espiritual: necesitamos ajustar nuestra percepción de la grandeza. El mundo físico, con toda su impresionante extensión y diversidad, es ciertamente grande desde una perspectiva humana. Sin embargo, cuando contemplamos la majestad del Dios que trasciende el tiempo y el espacio, que demanda y merece alabanza universal y continua, comprendemos que la creación, aunque maravillosa, no es "tan grande" en comparación con su Creador.

Esta perspectiva correcta nos libera de la ansiedad ante la vastedad del mundo y sus problemas, y nos ancla en la seguridad de servir y alabar a un Dios cuya grandeza relativiza todas las demás dimensiones. El título "Grande, pero no tan grande" se revela así como una profunda afirmación teológica: solo Dios es verdaderamente grande, y reconocer esta verdad redimensiona apropiadamente todo lo demás.

Nuestro asombro ante la vastedad del mundo debe conducirnos no a la autocomplacencia o a la glorificación de la creación, sino a la adoración del Creador cuya gloria trasciende toda dimensión temporal y espacial.

La predicación, incluso en su forma parcial, nos invita a vivir con esta conciencia renovada: peregrinos en un mundo grande pero finito, sirviendo al Dios infinitamente grande cuya alabanza debe resonar en todo tiempo y en todo lugar.

Preguntas Comunes Respondidas en "Grande, pero no tan grande"


¿Por qué debemos alabar a Dios en todo momento, incluso cuando no lo sentimos?

La alabanza es el deber de todo siervo de Dios, independientemente de las circunstancias o emociones. El Salmo 113 ordena a los siervos de Dios a alabarle "desde ahora y para siempre", mostrando que la alabanza trasciende los estados de ánimo y las situaciones. Hebreos 13:15 refuerza que debemos ofrecer "sacrificio de alabanza" en todo tiempo, porque nuestra adoración no depende de lo que sentimos, sino de lo que Dios es: digno de gloria y honra en todo momento. Aprender a alabar en la tribulación, en la alegría, en el cansancio o la confusión, es reconocer la soberanía y bondad de Dios por encima de nuestras circunstancias.


¿Cómo reconciliar la inmensidad del mundo con la grandeza de Dios?

Aunque el mundo es grande en extensión y diversidad, nunca es tan grande como su Creador. El Salmo 113 exalta a Dios como aquel que trasciende el tiempo y el espacio, y Malaquías 1:11 declara que Su nombre es grande entre las naciones. Todo lo que nos parece vasto y abrumador en la creación queda pequeño ante la majestuosidad de Dios; por eso, nuestra perspectiva debe estar anclada en Su grandeza, no en la del mundo.


¿Qué significa ser siervo de Dios y cómo se relaciona esto con la alabanza?

La alabanza auténtica surge del corazón del siervo, es decir, de quien se ha rendido y vive para Dios. No se trata de una emoción superficial o de preferencias musicales, sino de una vida entregada. Romanos 12:1 nos llama a presentar nuestros cuerpos como "sacrificio vivo", y Hebreos 13:15 habla del "fruto de labios que confiesan Su nombre". Así, la alabanza es inseparable del servicio y la entrega, y representa una respuesta natural de quien ha experimentado la gracia y el señorío de Cristo.


¿La alabanza depende de las circunstancias o debe ser constante?

La alabanza no debe fluctuar con las emociones o las situaciones externas. El Salmo 34:1 dice: "Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca". El cristiano está llamado a adorar a Dios "a tiempo y fuera de tiempo", en medio de la alegría, la tristeza, el éxito o la prueba. La constancia en la alabanza es señal de madurez espiritual y de una fe arraigada en la verdad de quién es Dios.


¿Por qué la alabanza debe ser universal, para todos los lugares y todos los tiempos?

La voluntad de Dios es ser alabado "desde el nacimiento del sol hasta donde se pone", es decir, en todo lugar y en todo momento. Esto implica que la alabanza trasciende culturas, fronteras y épocas, porque Dios es Señor de toda la tierra. Jesús envía a Sus discípulos a ser testigos "hasta lo último de la tierra" (Hechos 1:8), mostrando que la adoración y el testimonio deben alcanzar a todos los pueblos sin excepción.


¿Cómo mantener una vida espiritual consistente ante los cambios emocionales y las adversidades?

Las emociones no deben gobernar nuestra fidelidad. El mundo nos puede parecer abrumador en ciertos momentos, pero la consistencia espiritual se fundamenta en la verdad eterna de Dios. Filipenses 4:4 exhorta: "Regocijaos en el Señor siempre", y Salmo 113 nos llama a la alabanza continua. La disciplina espiritual, sustentada por la gracia de Dios, nos permite mantenernos firmes y constantes en la adoración, aun cuando nuestro corazón fluctúe.


¿Qué sentido tiene alabar a Dios en medio de la tristeza o la debilidad?

La Biblia está llena de ejemplos, como David, quien en los salmos muchas veces clama a Dios desde la angustia, pero termina alabándolo. En Habacuc 3:17-18, aunque todo falte, el profeta declara: "Con todo, yo me alegraré en Jehová". La alabanza en la dificultad es un acto de fe que reconoce que Dios sigue siendo bueno y soberano. Esa confianza trae consuelo y fortaleza, y nos anima a alabarlo incluso en tiempos de tristeza, debilidad o confusión.


¿Cómo evitar que la adoración se convierta en un mero ritual o rutina vacía?

La verdadera alabanza no es sólo una rutina o preferencia, sino fruto de una relación viva con Dios. Juan 4:23-24 enseña que Dios busca adoradores en espíritu y en verdad, no sólo en formas externas. La alabanza genuina brota de la gratitud, la reverencia y la experiencia personal con Dios. Mantener viva la comunión y recordar lo que Dios ha hecho nos ayuda a evitar caer en la rutina y a cultivar una adoración sincera.


¿Por qué el mundo parece tan grande y abrumador a veces, y cómo redimensionarlo desde la fe?

Aunque el mundo es vasto y puede parecer inmenso ante problemas, desafíos o emociones, la grandeza de Dios relativiza todo lo creado. El Salmo 113 muestra que Dios está "alto sobre todas las naciones", y Job 38-42 narra cómo Dios le muestra a Job la pequeñez de sus preguntas ante Su poder. Cambiar nuestra perspectiva, viendo las cosas desde la soberanía de Dios, nos ayuda a enfrentar el mundo con paz y confianza.


¿Qué diferencia hace reconocer la soberanía de Dios en mi vida diaria?

Reconocer la soberanía de Dios transforma la manera en que vemos nuestras circunstancias, desafíos y el sentido de nuestra existencia. Saber que el Señor reina sobre todo trae seguridad y esperanza, aun en medio de la incertidumbre. Romanos 8:28 asegura que "todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios", y el mensaje invita a descansar en esa verdad: el mundo, aunque grande, no es tan grande como el Dios que nos sostiene y cuida, y esto debe inspirar nuestra adoración, servicio y confianza diaria.

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